El púlpito
del Diablo
Por Guillermo
Velásquez Forero
Liza
Long no es la madre de los asesinos. La verdadera madre, la que concibe, gesta,
pare, adiestra, arma y manda a los asesinos a matar inocentes se llama Estados
Unidos. Y el porqué de las matanzas no es ningún misterio, lo sabe todo el
mundo, excepto los norteamericanos. Para descubrir el porqué, la clave, que
explica la última masacre, lo que se debe investigar no es la conexión de Adam Lanza
con el colegio Sandy Hook, de Newtown, sino el vínculo umbilical entre los
asesinos, la sociedad y el Estado estadounidense. Investiguen:
Por
qué Estados Unidos produce tantos criminales, drogadictos, sicópatas,
genocidas, racistas, xenófobos, fanáticos, etc.; por qué ha creado la
maquinaria de invasión, destrucción y muerte más grande y devastadora del
mundo, representada en su inmenso ejército; por qué puso la ciencia al servicio
del crimen y convirtió a los científicos en idiotas útiles sicarios del genocidio
universal; por qué le ha invertido, y le sigue invirtiendo, miles de millones
de dólares al crimen masivo, construyendo armas que prometen exterminar la
especie humana; porqué se dedica con tanta pasión a matar inocentes e
indefensos, con infinita cobardía, como lo hizo en Hiroshima y Nagasaki donde asesinó
decenas de miles de niños en la masacre de infantes más grande y espantosa de la
Historia; y así lo ha seguido haciendo en todo el mundo, como en Vietnam, Libia
o en Irak donde fue feliz masacrando multitudes de civiles inermes; por qué
patrocina el exterminio de los niños, mujeres y hombres palestinos; por qué su
primer producto de exportación, y fuente de sus fabulosos negocios, sigue
siendo la guerra de exterminio, despojo y dominación; por qué ha cometido
tantos crímenes, masacres y genocidios en muchos lugares del mundo. ¿Por qué?
El
hecho de que el hombre sea la fiera depredadora más peligrosa y dañina de este
planeta, es decir, la perversidad congénita del ser humano, el placer de
hacerle el mal a su prójimo, el orgasmo que disfruta cuando da rienda suelta a
su pasión homicida, no son explicaciones suficientes en este caso. Se trata del
instinto feroz de una raza que actúa como una horda mongólica, de una
mentalidad criminal arraigada en el inconsciente colectivo de toda una nación,
del modus vivendi inhumano y demencial de una sociedad violenta, y del uso de
las armas y la barbarie como método diplomático de un país, presuntamente
civilizado, en sus relaciones con el resto del mundo. Pero, aunque parezca
increíble, debe existir una solución o, al menos, la posibilidad de inventar
una salida de este campo de matanza en que ha convertido el mundo. La solución
es tan obvia y simple que la saben hasta los muertos. El presidente Obama, conmovido
por la masacre de niños de Connecticut, manifestó públicamente que Estados Unidos debe cambiar para que no
vuelvan a ocurrir esos crímenes atroces, cobardes y absurdos, dentro y
fuera de su país. Hay que empezar por el principio: que Estados Unidos deje de
ser el principal terrorista internacional y la organización criminal más grande
del mundo, que no invierta másen la guerra y la muerte, que suspenda sus
bombardeos e invasiones, que renuncie a ser el heredero del monstruo
sanguinario Gengis Kan, que deje de ser caníbal, que viva y deje vivir. Sígueme en www.guillermovelasquez.com
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