Por Guillermo Velásquez Forero
Homenaje a Jorge Eliécer Gaitán
–¡Yo no soy un hombre, yo soy un pueblo! –reveló el
gran caudillo popular en la plaza de Bolívar, sublevada por multitudes armadas
de silencio indignado.
La oligarquía liberal-conservadora, que cabalgaba
en la bestia apocalíptica del poder, quedó sobrecogida de asombro por esa
inaudita manifestación; y aprovechó esa maravillosa oportunidad para cometer un
genocidio en un solo hombre. Enseguida contrató un asesino, y lo mandó matar.
Para convertir la matanza en una gran fiesta popular, el sicario fue felizmente
linchado por las multitudes y arrastrado por las calles como un perro; y así,
el magnicidio fue perfecto y todos quedamos bien muertos.
Pero el cadáver del pueblo es tan necio que todavía
respira, y es capaz de elegir y reelegir a sus verdugos.
Por Guillermo Velásquez Forero
Comprendí que todos
pertenecían al mismo clan,
que todos eran devoradores de hombres.
Lu Sin
Para subsistir, un hombre tenía que vender
su sangre, también vendía mensualmente sus células sexuales a un banco de
semen, su dentadura completa fue a parar a un laboratorio de reimplantes
dentales, varias veces le desollaron el culo porque tuvo que vender la piel
glútea a una clínica de injertos; cuando la crisis económica se agravó, la
necesidad lo obligó a vender un riñón y un ojo.
Después, negoció los huesos de una pierna y un brazo, y varias costillas.
Y el hombre continuó mutilándose sin
piedad, traficando con sus propios órganos vitales, haciendo de su cuerpo una
carnicería ambulante.
Al final, el hombre puso en venta sus
excrementos, pero pese a los grandes avances científicos y a tantas reformas
políticas, la mierda humana no había adquirido valor de cambio, aún no se
apreciaba como mercancía debido a que los pobres también la producían.
Por Guillermo Velásquez Forero
Por Guillermo Velásquez Forero
Sobre un hombre desnudo que
duerme plácidamente, pende una soga con un intrincado amarradijo. Si el durmiente no logra soñar la clave para
desatar el nudo, al despertar será ahorcado.
Por Guillermo Velásquez Forero
– Mijito, si le pasa algo, avisa.
Le recomendó una madre a su hijito del alma
que salía a cumplir una peligrosa misión en defensa del orden, la patria, la
libertad, la democracia, las instituciones, y demás paraísos violentos y enemigos. Y una noche,
el muchacho llegó cabalgando en silencio sobre los cuernos de la luna; venía a
avisar que había muerto.
Por Guillermo Velásquez Forero
Por Guillermo Velásquez Forero
En el palacio de un remoto país, una princesa
perdió la virginidad. Y le echaron la
culpa al unicornio porque la tierna bestezuela solía dormitar en el regazo de
la doncella. La singular criatura escapó
ilesa de trampas, emboscadas, atentados y persecuciones tendidas por los
mercenarios del rey, pero ante el acoso constante del azar violento, tuvo que
refugiarse en un reino fantástico. Sólo
ha vuelto a aparecer en las fábulas.
Por Guillermo Velásquez Forero
En aquel tiempo, el
Papa ya no creía en Dios, usaba chaleco antibalas.
Por guillermo Velásquez Forero
La tierra estaba dormida.
Los del pelotón de fusilamiento fueron apareciendo en el patio, ligeros e
intermitentes; el reo, hecho de palidez y de temblor, surgió con dificultad,
pues tuvieron que traerlo a la fuerza y obligarlo a asumir su destino. Pero al fin se resignaron a ser visibles y
palpables, sirviendo de precario estribo al jinete del tiempo.
Aunque inconsistentes y
fugaces, ahí estuvieron y cumplieron: los que hicieron de verdugos,
maquinalmente levantaron sus armas y le despacharon la muerte; y el que sirvió
de víctima, la abrazó en silencio.
Luego, todos se
desvanecieron entre las sombras, porque eran sólo una pesadilla de la
tierra. Sin embargo, los agujeros de los
tiros quedaron grabados en la memoria del muro.
Por Guillermo Velásquez Forero
Llamarada de cielo, cascada de crepúsculo, lluvia
de oro, velo de luna nupcial, oleaje de trigales incendiados por el viento,
follaje dorado que se precipita en el abismo de la noche, caída luminosa de
pantera en celo: fueron algunas metáforas tradicionales que esgrimió para
conquistar la cabellera de su amada, antes de casarse con las apariencias de
esa poética mujer. Y la belleza domesticada de la poesía funcionó bien, hasta
el día en que él encontró un cabello de ella entre la sopa.
Por Guillermo Velásquez Forero
Azotado con furia por el látigo del viento, el
pájaro de la lluvia se estrelló contra el muro invisible de la ventana y se le
destrozaron sus alas de agua.
Y vimos su plumaje transparente que escurría por el
vidrio como lágrimas de lástima por la caída y los vuelos perdidos.
Pero luego lo oímos cantar en el arroyuelo, y
cuando alumbró el sol, recogió las gotas vaporosas de sus plumas, rehízo sus
alas, alzó vuelo y volvió a anidar en el cielo.
Por Guillermo Velásquez Forero
Uno que se atrevió
a volar entre los rascacielos, se estrelló contra un edificio transparente; su
ilusión de vuelo rebotó abatida por las trampas del cielo, y cayó desnucado.
Los sobrevivientes rematamos las alas en subasta pública y ahora andamos a pie,
aprendiendo a subsistir de milagro en el asfalto, pues no existen gafas o
lentes de contacto que nos permitan ver los muros invisibles.
Por Guillermo Velásquez Forero
A un romántico soñador le brillaban entre los
dientes dos hebras de luna, trenzadas y con nudos de destellos, como un alambre
de púas.
Creímos que era un combatiente por la tierra para
el campesino que la trabaja, un guerrero heroico que andaba rompiendo a dentelladas
las alambradas de los terratenientes y liberando de cercas la tierra prometida.
Pero al acercarnos a la peligrosa ilusión de la
realidad y observar con cuidado la mentira de las apariencias, fuimos víctimas
de la verdad; lo que lucía en la boca era el freno: sus sueños lo habían
convertido en una bestia de montar.
La Minificción
(Decálogo de definiciones)
Es un rayo de luz de fuga que cae del cielo en llamas donde los ángeles rebeldes libran una batalla contra los dioses para liberarse de la ingenuidad y del paraíso, y por el derecho a acceder al infierno de la conciencia. Los que lo perciben quedan con el corazón iluminado.
Es un destello de tinieblas que estalla e ilumina un pálpito esencial de la vida humana, en un instante privilegiado o milagroso en el que florece y se hace visible la eternidad.
Es una bestia divina y un ángel diabólico, hechos del barro y de la luz de las palabras, que vuelan por todas partes denunciando la complicidad del cielo y el infierno, y que conspiran contra la irrisoria y precaria condición humana, plasmando en un instante su grandeza e inmortalidad.
Es un atentado poético de un terrorista que dispara misiles de palabras contra la realidad, y le mete un tiro de gracia a la verdad convencional, y luego le da respiración boca a boca para que no muera de imaginación, y ya rediviva pueda confesar su delito de estafa y declarar que la visión creadora de la vida se encuentra más allá de las apariencias, en el reino de la ficción.
Continua
Continua
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