El Pulpito del Diablo
Un escritor vampiro
Por Guillermo Velásquez Forero
Era falso, traicionero, inmoral, infame, cobarde y asesino: más falso que una moneda de trapo podrido, traidor hasta de sí mismo, inmoral porque todo escritor que se respete es un corruptor de almas, libertino, diabólico, depravado y suicida, o un apestado del alma [como él mismo lo dijo]; infame porque nadie como él ha puesto en ridículo, pisoteado y denigrado la arrogancia, prepotencia y megalomanía de la bestia humana; cobarde porque no fue capaz de aplicarse el remedio mortal que predicaba; y asesino porque sus libros tienen una intención criminal, son una bomba del terrorismo poético y filosófico que puede estallar y fulminar el cerebro ingenuo y sin estrenar de cualquier infeliz que se atreva a meter sus ojitos en ese palabrerío infernal. Además, era temerario porque se atrevió a escribir las verdaderas más horribles, peligrosas y espantables acerca de la vida y la condición humana, la sociedad, la Humanidad, la civilización, el poder, la Historia, la santidad, el amor, la literatura, la filosofía y demás formas grandiosas de la locura.
Aunque su alta peligrosidad sí era auténtica, y se evidenciaba no sólo en su formidable lengua de víbora escupidora de luz y de veneno, de poder casi divino y letal, sino en su procedencia: era coterráneo de Drácula. El poeta vagabundo, especialista en vodka, amoroso, hedonista y feliz, Henri Luque Muñoz, que estuvo visitando y hurgando en la guarida de ese personaje hematófago creado por Bram Stoker, confirmó que este autor aguafiestas, despiadado, devastador y terrible era otra clase de vampiro, que le chupaba la sangre al lector.
Envalentonado por el poder irrisorio e indigente de la poesía y la filosofía, ese maldito ganó fama de ser el sumo pontífice del suicidio, pero fue incapaz de matarse. Con asco infinito, con náuseas de odio y amargura, abominaba la vida humana y anhelaba el exterminio de esa bestia depredadora, brutal, ridícula y loca que es el hombre; y esperanzaba asistir al espectáculo de la destrucción del mundo inhumano, absurdo y demencial que el animal humano ha creado en este planeta; y ansiaba la desaparición del universo; pero en vez de eliminarse a sí mismo, como estaba obligado a hacerlo, este célebre farsante amaba y disfrutaba con furiosa pasión la música, el alcohol, las putas, el cigarrillo, el café, el estudio, el pensamiento, la lectura, la escritura, la fama y el resto de vicios y porquerías en que lo humanos desperdiciamos la vida. Pero ese monstruo exterminador, cuya lectura está prohibida para los menores de edad mental, es uno de los escritores más creativos, inteligentes, profundos, luminosos, reveladores y universales que ha parido este perro mundo.
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El púlpito del Diablo
Tunja es una fiesta
Por
Guillermo Velásquez Forero
Tunja es una ciudad del
cielo, que se la disputan las nubes y los vientos, fundada por la nostalgia de
los españoles sobre los escombros de Hunza, capital de cacicato de los zaques.
Es tan joven que apenas va a cumplir quinientos años. El maestro Enrique Medina
Flórez confesó que asistió a un suceso histórico milagroso en la plaza de
Bolívar, cuando Tunja pasó del medioevo a la modernidad, a mediados del siglo
XX. Es muy estudiosa, está infestada de universidades. Pero no sólo es
invencible sino invulnerable y eterna: ha sobrevivido a los malos y a los
buenos tiempos, a la plaga de políticos, a la maldición del amante perseguido,
Hunzahúa, que le prometió el frío cruel, el viento, la soledad, el desierto y
la sed.
Es famosa, además, por sus
tesoros escondidos y por ser espiritual, loca y soñadora; y por estar llena de
fantasmas. También se le puede acusar de rebelde y patriótica, porque luce
orgullosa su Paredón de los Mártires; y desde la Colonia se sabe que es
hechicera, erótica y peligrosa para el amor. Su intenso frío es cálido, fogoso,
y su viento helado es un hálito de vida, y funcionan como un invernadero para
el cultivo de la inteligencia, la genialidad, el ingenio y los sueños del alma.
Y es una ciudad milagrosa porque tiene legiones de músicos, pintores,
escultores, bailarines, teatreros, escritores, fotógrafos, pensadores,
periodistas, investigadores y demás ralea de espíritus románticos que
sobreviven de milagro.
Pero lo mejor de Tunja no es
sólo su gente y el hecho de ser la puerta de oro para entrar a disfrutar las 7
maravillas de Boyacá, sino la cultura y, sobre todo, el arte. Sus tesoros
artísticos de la arquitectura colonial religiosa y civil, inmunes al tiempo, le
merecieron ser declarada Monumento Nacional. Y parece que no durmiera, porque
nunca deja de soñar: sus actividades de investigación, creación, recreación y
divulgación, en todas las disciplinas artísticas, son constantes, fecundas y
prolíficas.
Otra de sus maravillas es el
Festival Internacional de la Cultura, que se celebra desde hace 41años. Este
magnífico acontecimiento es organizado por la Gobernación de Boyacá, a través
de la Secretaría de Cultura y Turismo, y extiende el influjo de su magia a más
de 50 municipios. Miles de artistas provenientes de diversas y múltiples
culturas, países, y departamentos de Colombia concurren a esta meca de la
belleza a ofrecer y compartir los trabajos del espíritu iluminado por el genio
creador. Es una fiesta universal donde las artes abren caminos de alegría y
crean espacios de paz y de comunión para disfrutar del placer estético y
compartir fraternalmente los milagros de la inteligencia y la imaginación
creadora; y es un encuentro feliz e inolvidable que confirma que el arte y la
cultura son manifestaciones luminosas
del alma que nos hacen más humanos, sensibles, creativos y capaces de vivir
nuestros sueños. En este 2013, el FIC estará en escena del 31 de agosto al 7 de
septiembre bajo la asesoría del prestigioso compositor José Ricardo Bautista
Pamplona, que además de genialidad, tiene talento y magia para organizar
eventos culturales de grandes dimensiones.
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El púlpito del Diablo
Alcaldes
fantasmas
Guillermo Velásquez Forero
Los alcaldes, sobre
todo los pueblerinos, terminan su reinado parroquial y se esfuman como si se
los hubiera tragado la tierra, o como reos que huyen del lugar del crimen. Son
fantasmas que aparecen por arte de magia electoral, espantan un instante en el poder,
ofenden y estafan al pueblo, se caen de la nube y no vuelven a aparecer ni a
figurar en la mafia politiquera y burocrática; se dan a la fuga, o se vuelven
clandestinos para dedicarse a disfrutar el botín que lograron amasar durante su
mandato. Así que,
políticamente
no existen, son un falso positivo, un invento fallido de la democracia, que en
Colombia estableció la elección popular de alcaldes hace 25 años.
Esta apertura
significó una conquista de los movimientos cívicos, los independientes, los
disidentes, los ninguneados, las guerrillas y los paramilitares que así
pudieron entrar en el negocio de los votos y acceder al poder en las regiones;
facilitó el surgimiento de coaliciones, contubernios y liderazgos locales
deleznables y efímeros; y constituyó, sin duda, una descentralización del poder
político, que dio paso a la democracia local. Pero una democracia ligera, es
decir, más o menos inútil porque no está respaldada por una “democracia en
términos de descentralización fiscal y administrativa”, como lo advierte el
analista político Oscar Arango Gaviria. De modo que la autonomía local es
aparente, pues está muy limitada por el poder de decisión que ejercen los
ministerios y las instituciones descentralizadas del orden nacional.
La democracia local
abrió las puertas del zoo politiquero a todo el mundo. Y comenzó esa racha de
alcaldías en manos de ineptos, necios, pícaros, oportunistas, pobres de
espíritu, y pobres diablos en busca de fortuna que utilizan la política para enriquecerse.
Todo el mundo se lanzó a hacer el negocio de la politiquería, sin tener
idoneidad en administración pública, sin valores éticos, sin espíritu cívico,
sin sensibilidad ni compromiso social, y hasta sin don de gentes, sin nada;
apenas con la ambición de poder y riqueza. Esos miles de alcaldes y algunas
alcaldesas, que han sido elegidos, eran cualquier cosa menos políticos. Eso
explica por qué salieron del escenario y están desaparecidos.
Una consecuencia de
esa ineptitud e insolvencia moral e intelectual es la brega que le han dado a
la Justicia: las numerosas investigaciones, destituciones, sanciones y condenas
que han cosechado dichos alcaldes en el ejercicio de sus cargos. El
departamento de Boyacá tiene 123 municipios, y desde que se inició dicha
elección popular ha elegido 1.107 alcaldes, sin contar destituidos,
provisionales y los que renunciaron, de los cuales unos 10 –ni siquiera el 1%– han hecho carrera política.
No hay verdaderos
políticos ni dirigentes ni líderes. Y si los hay son de izquierda, y esos están
satanizados y son excluidos, perseguidos y asesinados por la ultraderecha. Es
urgente diseñar una educación para el liderazgo, que seleccione a los mejores
seres humanos y los eduque y forme integralmente para que sean dignos y capaces
de ejercer uno de los destinos más difíciles, nobles importantes y
trascendentes: administrar con inteligencia, sabiduría y humanidad el proyecto
de vida colectivo con el fin supremo de construir la paz, el bienestar y la
felicidad para todos.
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El púlpito del Diablo
Por Guillermo Velásquez Forero
Los mercenarios son títeres y espantos
La “triste situación”
por la que atraviesa el asesino de Bin Laden es ejemplar y reveladora del
carácter que tiene todo mercenario de ser una cosa instrumental
o, más concretamente, un animal vil y despreciable que se usa y luego se echa a
la basura; y que por esa razón alcanza la alta dignidad y el mismo destino del
papel higiénico.
En el caso del matón
gringo, sólo le sucedió que se quedó sin su oficio de matarife, sin servicio
médico y sin pensión; pobrecito el héroe, no le duró nada su gloria de asesino
a sueldo. Eso, y algo mucho peor, es lo que le espera a casi todo idiota
perverso y útil puesto al servicio de las organizaciones criminales estatales o
privadas.
Pero no se trata de
juzgar a ninguna marioneta funesta ni de creer en la supuesta justicia divina,
que según las creencias mítico-religiosas es infalible e inevitable, aunque se
demore o recaiga sobre algún descendiente del condenado. Se trata de ver la
condición humana, el sinsentido de la vida y lo absurdo de los fines de la
existencia del hombre cuando se pervierte y por conseguir el miserable plato de
lentejas que menciona la Biblia, se corrompe y envilece, prostituye su espíritu,
se vende como un perro al poder y pone su vida vacía al servicio de la muerte y
la destrucción. Porque no puede haber oficio más indigno, abyecto y enajenante
en este mundo que el de verdugo; por eso actúan encapuchados; y pueden terminar
como sicópatas.
Las evidencias, de
que las acciones del mal se devuelven contra el que las ejecuta, son excesivas en la vida diaria, en la
Historia y en el arte: El escritor Jairo Aníbal Niño, que traicionó su
escritura rebelde y combatiente para dedicarse al negocio de vender palabras
ingenuas, dulces y rosadas para entretener a los niños, creó un texto dramático
titulado El monte Calvo, que ha sido
puesto en escena centenares de veces con rotundo éxito en todo el mundo, en el
que muestra la situación del veterano de guerra: mutilado en cuerpo y alma,
delirante, zarrapastroso, mendigo, digno de risa y de lástima. Los
narcotraficantes inventaron la palabra desechable para referirse a los sicarios
que utilizaban para cometer sus crímenes, y que luego los mandaban matar para
desaparecer pruebas y testigos. Hace poco la televisión colombiana mostraba la
triste situación de un excombatiente de una organización armada al margen de la
Ley, que se había acogido al programa de desarme y reinserción social, y que
convivía como un refugiado, compartiendo
la pobreza y la marginalidad con un grupo de campesinos desterrados que habían
sido sus víctimas, cuando él fue uno de los “actores” del conflicto. Los
mercenarios, sicarios y verdugos también son víctimas.
Si el ser humano no fuera una
fiera doméstica tan dócil y manipulable, un monigote tan ridículo y peligroso,
un fantoche tan violento y obediente, un perro tan fiel a las cadenas, quizás las
espantosas devastaciones de pueblos y culturas, las infinitas matanzas y las
monstruosas calamidades que han cometido y seguirán cometiendo los imperios y
los genios del crimen, no los hubieran podido perpetrar. Porque los que
concretan y realizan los designios del mal no son los grandes monstruos sino
unos títeres chiquitos, insignificantes, ruines y a veces invisibles como los
espantos.
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El Púlpito del Diablo
Niñas embarazadas
Por Guillermo Velásquez Forero
Un embarazo
accidental y precoz, puede ser un muro o un abismo que le aborta y arruina el
proyecto de vida a una adolescente, sobre todo, si es pobre. No sólo
etimológicamente embarazo es
impedimento, dificultad, obstáculo; en la realidad de la vida personal,
familiar, social y educativa de una muchacha, un hijo puede llegar a ser un
milagro negativo, un error o descalabro que sirve para derrumbarle sus
ilusiones, hacerle fracasar sus planes y proyectos e interrumpir, retardar o
destruir su proceso de formación para integrarse en forma digna, idónea y
productiva a la sociedad. En esa edad de esplendor, belleza y alegría, ponerse
a criar es perder oportunidades de estudiar, gozar la juventud, viajar, hacerse
profesional o especializarse, construir un horizonte y una esperanza de vida
mejor; es echar a la basura el sueño de llegar a ser una mujer competente,
independiente y autónoma; una mujer del siglo XXI.
Las consecuencias son lamentables y le imponen a la
joven un lastre que la deja atada e incapacitada para labrar su destino de
mujer moderna y crecer personalmente, y le toca abandonar sus estudios, rebajarse
a sirvienta y niñera, o a trabajar en cualquier oficio para improvisar una vida
vacía e insignificante que nunca deseó. Y ese drama de telenovela es más
lamentable, y hasta ridículo, cuando el presunto papá de la criatura es un vago,
vicioso y sinvergüenza, un cobarde y traidor que abandona a la
mujer y sale huyendo del hijo. En esa condición, la joven madre soltera,
burlada y usada como putica regalada, es vista con lástima como una tonta o una
loca culipronta, y señalada por el desprestigio. Así, no es absurdo que una
mujer haya echado su chinito recién nacido al inodoro, y que otras lo vendan o
abandonen por ahí.
Esa peste de “amor” produce cada vez más niñas y
adolescentes embarazadas. Precocidad sexual que fue anunciada por Nietzsche en La voluntad de poder, como síntoma de
una sociedad pervertida y degenerada. Los padres de familia y las instituciones
educativas padecen las consecuencias de la promiscuidad sexual de los jóvenes,
de su irresponsabilidad, de su libertinaje, de su falta de inteligencia y
cultura sexual, de las campañas falsas y mal intencionadas del condón, y del
influjo perverso de los medios de información, divertimento y corrupción que
manipulan a los jóvenes y los convierten en marionetas víctimas de los vicios y
la descomposición social.
En esta calamidad, lo que llaman amor es una farsa del
instinto sexual, y se puede entender como una forma de prostitución gratuita en
la que la mujer, en la flor de la belleza, la alegría de vivir y la ilusión de
un porvenir feliz se le entrega engañada o a cambio de nada al primer perro en
celo, charlatán y seductor que le aparezca. Parir hijos en forma prematura e
irresponsable no es ningún proyecto de vida y, mucho menos, la realización
personal y la felicidad para una mujer de hoy. La sexualidad no es un juego
sino un fuego que le puede volver cenizas las esperanzas y el porvenir a una
adolescente. Un refrán dice que “cada quien puede hacer de su culo un chorote”,
pero esa artesanía puede salirle tan cara a una mujer, que llega a arruinarle la
ilusión de su vida.
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El Púlpito del Diablo
El Papa es cómplice
Por
Guillermo Velásquez Forero
En
el nefasto año de 1976, las fuerzas armadas argentinas convirtieron el Estado
en una monstruosa maquinaria criminal dedicada a producir asaltos, secuestros,
robos, desapariciones, torturas y asesinatos con una eficacia macabra. Por su
estructura gigantesca que abarcó a todo el país, su inmenso poder de violencia
y destrucción, y su demencia furiosa, dicha organización criminal era
arrolladora, implacable, despiadada; era invulnerable e intocable: no había
poder humano ni divino que pudiera enfrentar o contener las acciones
monstruosas de este aparato ideológico de la ultraderecha consagrado al
exterminio de la izquierda, el sindicalismo, los Derechos Humanos, la justicia,
las libertades de pensamiento y expresión, la democracia, el arte y los
artistas, la pastoral social de la Iglesia y cualquier otra organización social
o cultural que ayudara o protegiera a los pobres. Y tenía muchos cómplices: la
policía, el poder judicial, la prensa, la ultraderecha, el capitalismo y el
imperio norteamericano.
No
hay que perder de vista, en ningún momento, quiénes son los cerebros del
crimen, los verdaderos asesinos, los autores intelectuales y materiales de
semejante matanza de inocentes. Los generales Videla, Viola y Galtieri son
apenas las cabezas visibles del monstruo. Toda la barbarie de estos genocidas,
su ferocidad, sus métodos y sus acciones perversas son insólitos; y su
irracionalidad, ceguera e imbecilidad son inauditas y casi increíbles. Su
empresa de exterminio fue generosa y se extendió a cualquier sospechoso, a todo
el mundo. Secuestraron, desaparecieron, violaron, torturaron y asesinaron a familias completas, a
embarazadas a quienes les robaron los bebés, a adolescentes y niños. Masacraron
a obispos, sacerdotes, seminaristas, catequistas, monjas, abogados, sindicalistas,
periodistas, escritores, jóvenes que prestaban servicio militar, defensores de
derechos humanos, profesores, estudiantes, etc. Además de asesinos eran
ladrones: saqueaban las residencias de las víctimas y robaban todo, incluso
vehículos y bienes raíces. Y quedaron en completa impunidad, quizás porque eran
títeres de Estados Unidos y su Doctrina de Seguridad Nacional. Y nadie pudo
hacer nada por ninguna víctima, ni siquiera el presidente de Francia que abogó
por unas monjas francesas desaparecidas, violadas, torturadas y asesinadas por
los militares. Quienes se atrevan a conocer en detalle los horrores de esta
tragedia deben leer el libro Nunca Más que publica el Informe de la Comisión
Nacional sobre la Desaparición de Personas, dirigida por el escritor Ernesto
Sábato.
El
Papa Francisco es cómplice, pero de los pobres y miserables, de las víctimas no
sólo de la dictadura argentina, sino de todas las dictaduras y, sobre todo, del
capitalismo salvaje. Pero él no puede hacer nada para proteger y salvar a
tantos millones de seres humanos condenados al infierno de este mundo. Porque
tendría que enfrentarse al imperio norteamericano, al capitalismo y a la
ultraderecha que son los dueños del mundo y los autores de la pobreza, la
miseria, la guerra, la injusticia social, los crímenes y demás tragedias de
este planeta. Del Vaticano sólo podemos esperar plegarias, compasión y
bendiciones. Mientras el enemigo esté en el poder, y no seamos dignos de
enfrentarlo, no habrá esperanza de redención del hombre sobre la tierra.
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El púlpito del Diablo
El Papa y la dictadura
Por Guillermo Velásquez Forero
Cuando un ejército no tiene oficio, es decir,
cuando no existe una guerra, y no puede ejercer su glorioso destino de entregar
su vida a la noble, abnegada y heroica misión de defender la soberanía
nacional, la integridad de la nación y la vida de todos y cada uno de los
ciudadanos, se entrega al ocio parasitario, perverso y destructivo, y puede
llegar a corromperse, a traicionar su naturaleza y principios, y a convertirse
en una maquinaria criminal muy eficaz para destruir la democracia, la Ley, las
libertades y los derechos ciudadanos; para atentar contra la vida de la
población, institucionalizar el crimen e imponer el orden y la lógica del
terror. Eso ocurrió en Argentina cuando el 24 de marzo de 1976 el gorila
antropófago Videla dio golpe de Estado y usurpó el poder; a éste lo sucedieron
en el trono sangriento otros dos monstruos terroristas, Viola y Galtieri, hasta
1983 cuando estos eminentes e insaciables vampiros sintieron ganas de vomitar por
tanta sangre argentina que habían sorbido en la clandestinidad.
Hay quienes no saben o no recuerdan que esas
bestias carniceras cometieron una de las
dictaduras criminales más terribles y devastadoras que haya padecido
algún país latinoamericano, y que perpetraron contra el pueblo argentino un
genocidio que supera la cifra de treinta mil crímenes salvajemente cobardes,
viles y de lesa humanidad; que constituye “el más terrible drama”, “la más
grande tragedia de nuestra historia, y la más salvaje.” Como lo afirma el
prólogo del libro-informe de la CONADEP.
Los terroristas y asesinos disfrazados de
militares montaron un gobierno absoluto con poderes ilimitados, suprimieron
todos los derechos y hasta el más elemental principio de respeto al ser humano,
anularon el Poder Judicial e hicieron inoperante el hábeas corpus, y
convirtieron el Estado en una maquinaria criminal monstruosa, terrible,
implacable e impune, y emprendieron una guerra sucia contra la subversión.
Pero el fanatismo, la paranoia, el instinto homicida
desencadenado, el libertinaje y el vandalismo los volvieron videntes y
visionarios: en todas partes veían subversivos y terroristas. Y dieron rienda
suelta a su vocación de exterminio, creando para tal fin un plan oficial,
metódico y sistemático, que incluía secuestro en su lugar de residencia,
trabajo, estudio, etc.; robo de sus bienes; desaparición del secuestrado;
torturas hasta desfigurar y destrozar a la víctima; asesinato y, la mayoría de
las veces, desaparición del cadáver. Todos los crímenes se cometieron siguiendo
ese plan y obedeciendo órdenes superiores, para lo cual disponían de carros
particulares, militares y policiales; bandas de matones armados y de civil,
llamadas la patota; apagones (para hacerse invisibles en las tinieblas); y luz
verde o área liberada de presencia policial. Contaban también con centenares de
antros de reclusión clandestina donde ocultaban y masacraban a las personas.
Además, la prensa estaba bajo censura; y el que fuera capaz de protestar o
denunciar, también era asesinado. La mayoría de las víctimas eran inocentes, y
a muchos ni siquiera se les acusaba de nada. Los torturadores no eran
sicópatas, sádicos, locos ni asesinos congénitos; eran algo peor: militares.
Con razón dice Kant, en su tratado La paz perpetua, que los ejércitos regulares
deben desaparecer.
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El Púlpito del Diablo
El púlpito del Diablo
El Papa y la dictadura
Por Guillermo Velásquez Forero
Cuando un ejército no tiene oficio, es decir,
cuando no existe una guerra, y no puede ejercer su glorioso destino de entregar
su vida a la noble, abnegada y heroica misión de defender la soberanía
nacional, la integridad de la nación y la vida de todos y cada uno de los
ciudadanos, se entrega al ocio parasitario, perverso y destructivo, y puede
llegar a corromperse, a traicionar su naturaleza y principios, y a convertirse
en una maquinaria criminal muy eficaz para destruir la democracia, la Ley, las
libertades y los derechos ciudadanos; para atentar contra la vida de la
población, institucionalizar el crimen e imponer el orden y la lógica del
terror. Eso ocurrió en Argentina cuando el 24 de marzo de 1976 el gorila
antropófago Videla dio golpe de Estado y usurpó el poder; a éste lo sucedieron
en el trono sangriento otros dos monstruos terroristas, Viola y Galtieri, hasta
1983 cuando estos eminentes e insaciables vampiros sintieron ganas de vomitar por
tanta sangre argentina que habían sorbido en la clandestinidad.
Hay quienes no saben o no recuerdan que esas
bestias carniceras cometieron una de las
dictaduras criminales más terribles y devastadoras que haya padecido
algún país latinoamericano, y que perpetraron contra el pueblo argentino un
genocidio que supera la cifra de treinta mil crímenes salvajemente cobardes,
viles y de lesa humanidad; que constituye “el más terrible drama”, “la más
grande tragedia de nuestra historia, y la más salvaje.” Como lo afirma el
prólogo del libro-informe de la CONADEP.
Los terroristas y asesinos disfrazados de
militares montaron un gobierno absoluto con poderes ilimitados, suprimieron
todos los derechos y hasta el más elemental principio de respeto al ser humano,
anularon el Poder Judicial e hicieron inoperante el hábeas corpus, y
convirtieron el Estado en una maquinaria criminal monstruosa, terrible,
implacable e impune, y emprendieron una guerra sucia contra la subversión.
Pero el fanatismo, la paranoia, el instinto homicida
desencadenado, el libertinaje y el vandalismo los volvieron videntes y
visionarios: en todas partes veían subversivos y terroristas. Y dieron rienda
suelta a su vocación de exterminio, creando para tal fin un plan oficial,
metódico y sistemático, que incluía secuestro en su lugar de residencia,
trabajo, estudio, etc.; robo de sus bienes; desaparición del secuestrado;
torturas hasta desfigurar y destrozar a la víctima; asesinato y, la mayoría de
las veces, desaparición del cadáver. Todos los crímenes se cometieron siguiendo
ese plan y obedeciendo órdenes superiores, para lo cual disponían de carros
particulares, militares y policiales; bandas de matones armados y de civil,
llamadas la patota; apagones (para hacerse invisibles en las tinieblas); y luz
verde o área liberada de presencia policial. Contaban también con centenares de
antros de reclusión clandestina donde ocultaban y masacraban a las personas.
Además, la prensa estaba bajo censura; y el que fuera capaz de protestar o
denunciar, también era asesinado. La mayoría de las víctimas eran inocentes, y
a muchos ni siquiera se les acusaba de nada. Los torturadores no eran
sicópatas, sádicos, locos ni asesinos congénitos; eran algo peor: militares.
Con razón dice Kant, en su tratado La paz perpetua, que los ejércitos regulares
deben desaparecer.
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El Púlpito del Diablo
El milagro de Chávez
Por
Guillermo Velásquez Forero
El milagro de Chávez
Una de las más vistosas miserias de los espíritus miopes
y mezquinos es su incapacidad de ver la realidad en su integridad. No ven ni
siquiera lo patente. Parece que gozaran de parálisis cerebral, pues carecen de
juicio, que es la capacidad de distinguir el bien del mal y lo verdadero de lo
falso. No pueden discernir porque sólo ven a través de la lente aberrante que
les han puesto en los ojos. Sólo ven lo que les conviene, lo que tienen en el
hueco de la cabeza, lo que les dicen que hay que ver, o lo que está a la altura
de su enanismo mental. De ese mal sufre toda la plaga de ratas roedoras de la
dignidad y la excelencia de Chávez: ciegos, tontos e ignaros incapaces de ver,
comprender y valorar la grandeza de la obra de este héroe titánico de la
justicia social. Los argumentos con que lo denigran y persiguen son falacias ad hominem.
Así mismo, es un milagro que un periodista se atreva a
decir la verdad, que no actúe como un títere o un muñeco de ventrílocuo del
poder perverso y manipulador que ejerce la industria de los medios masivos de
información, propaganda, publicidad y entretenimiento, al servicio de la
derecha y el fascismo, dedicada al lavado de cerebro de los creyentes y
estúpidos, y a la alienación, enajenación y utilización de las masas.
Pero los milagros suceden: el periodista español Asier
Martiarena publicó en Yahoo un artículo titulado Así
obró Chávez su milagro social.
En forma muy breve, imparcial y objetiva, presenta los argumentos válidos e
irrefutables que demuestran que no es un disparate comparar a Chávez con
Jesucristo o con un santo, porque sus realizaciones y logros, más que una obra
de gobierno, representan un insólito milagro.
Chávez es uno de los mejores gobernantes del mundo, un
héroe de talla universal que emprendió una guerra de exterminio contra la
pobreza y la miseria; y las cifras lo prueban. El citado artículo de Martiarena
señala que: “Sólo entre 1996 y 2009, el porcentaje de población en condiciones
de pobreza en Venezuela se redujo del 70% al 23% y se espera que a lo largo del
2013 se fije en el 5%.” También indica
que Chávez “estableció el sueldo mínimo más alto de América Latina, que ha quedado
fijado en 698,72 dólares.” Sin duda, esto es una vergüenza universal para
países como Colombia y tantos otros, donde cada vez el salario mínimo es más
bajo y miserable.
Chávez acabó con el analfabetismo. “Resultados que han
sido destacados por la Organización de
las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).” Y “el
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha destacado en su más reciente informe que
Venezuela fue el segundo país que más creció en 2012 en Índice de Desarrollo
Humano (IDH) y lo ubicó en el puesto 71, con un coeficiente de 0,748. La cifra
incluye a Venezuela en el grupo de naciones consideradas con un “Alto Nivel de
Desarrollo Humano”. Las evidencias lo dicen todo.
Y sin mencionar sus milagros en salud, vivienda,
educación, cultura y deporte. Si el pueblo venezolano no es traidor y suicida, debe elegir a Maduro para
que continúe desarrollando la revolución bolivariana del inmortal presidente
Hugo Chávez.
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Púlpito del Diablo
Boyacá es una vendición
Por Guillermo Velásquez Forero
Boyacá es un paraíso para las aves de rapiña del
capitalismo internacional. Es la tierra, la cuna, el taller y el altar de la
libertad donde las grandes fieras depredadoras transnacionales son libres para
cazar, desangrar y devorar sin piedad todas las fuentes de riqueza del Departamento.
Por eso Boyacá es una región inmensamente rica donde casi la mitad de la
población sobrevive de milagro en la pobreza, la miseria y la indigencia. Sus
gobernantes, que son lo peor que produce la tierrita, aliados con presidente y
ministros, no tienen la culpa de ser brutos, corruptos, ladrones y proxenetas
de su propia madre, pues el filósofo vampiro afirma que nadie tiene la culpa de
ser. Porque ésos son los infames y traidores que han vendido a Boyacá a precio
de huevo picho o de baratija inútil en los almacenes de todo a mil.
La guerra de Independencia fue una ficción, una mentira
gloriosa, una carnicería inútil que sólo permitió hacer un cambio de amos del
pueblo y dueños de las riquezas y recursos naturales del país. La libertad que
se conquistó fue la libertad de escoger otras cadenas. Lo único que se
consiguió fue el poder político, que pasó a manos de una casta de politiqueros
rezanderos y de derecha que hicieron hasta lo imposible para mantener el
coloniaje; y lo lograron: Boyacá sigue siendo una colonia.
El saqueo continúa: el rey fantasma, saqueador y verdugo
fue sustituido por las empresas transnacionales de Europa, a las que no les
interesan los paisajes, las indias, los esclavos y los conventos sino sólo las
minas de dinero. Y tienen todo lo que se necesita para extraer y llevarse las
riquezas: el conocimiento científico, la tecnología, las máquinas y equipos,
los especialistas, el capital y el poder.
Y los aborígenes se quedan lelos viendo un chispero
porque su minoría de edad, su dependencia tecnológica y su nulidad e
incapacidad de transformar la realidad, son cada día peores. Las causas de que
esta lacra perdure hasta la eternidad hay que buscarlas e identificarlas en el
legado histórico, en las raíces de nuestra nacionalidad, en el patrimonio de
ignorancia, miseria y atraso que nos dejaron los vándalos de la Conquista, la
Corona y los héroes. El pintor peruano Fernando de Szyszlo una vez preguntó:
“¿Qué nos pasó y por qué quedamos en el culo del mundo?” Y el escritor cubano
Lezama Lima, en su ensayo Mitos y
cansancio clásico sostiene que el Popol Vuh preludia esta maldición: “la dificultad
americana de extraer jugo de sus circunstancias.” Esta es la herencia que nos
dejó tarados e ineptos para construir un destino e inventar el porvenir: el
predominio del espíritu del mal, el cainismo, el oscurantismo religioso, la
vocación de esclavos y el apego a las pesadillas del pasado.
Lo único que las sanguijuelas extranjeras le dejaron a
Boyacá, fue todo lo que no vale nada, lo que no se puede vender, la “cultura”:
las creencias, los tiestos, los canastos, las alpargatas, la ruana y las
arepas. Boyacá es una vendición barata, por esa razón, hay que ponerle un
letrero que diga: Boyacá no está en venta…, porque ya se vendió; es ajena. Sígame
en: www.guillermovelasquez.com y guillevelfor.blogspot.com
El Púlpito del Diablo
¿Escritores?
¿Escritores?
Por Guillermo Velásquez Forero
¿Cuáles escritores?, preguntó el maestro Fernando Soto Aparicio cuando un periódico local -sirviendo de portavoz de los denigradores y calumniadores- publicó con el título de “Agarrón entre escritores en Boyacá”, la noticia que daba inicio al escándalo infame que unos charlatanes, maldicientes e impostores armaron contra mí porque mis libros “Luna de espantos” y “Solar del desterrado” ganaron los premios literarios de cuento y poesía del CEAB.Los presuntos escritores, más o menos analfabetas, descalificaban mi obra (que ha obtenido reconocimiento nacional e internacional: publicación en la revista Quimera de España, en antologías universales como la de Raúl Brasca en Argentina, y la Nueva Antología del Cuento Corto Colombiano de Guillermo Bustamante de la UPN), rechazaban e invalidaban el fallo del jurado, despreciaban y calumniaban a los eminentes escritores, investigadores y docentes universitarios de literatura que conformaron el jurado calificador, y daban a entender que el concurso había sido amañado…porque no ganaron ellos. Su prepotencia e insolencia no tienen límites, parecen epígonos de las bacrim.La lengua de esa plaga tiene un gran poder destructivo, pues son expertos en roer la dignidad y los méritos ajenos, y lo ejercen a sus anchas y en la impunidad en el paraíso de charlatanes, chismosos, denigradores y calumniadores del famoso y temible “Pasaje Vargas” de esa Tunja conservadora, hipócrita y mezquina, que todavía goza con los vicios coloniales de la murmuración y la infamia cobarde del chisme y los pasquines anónimos.Por miedo a los ataques mortales de esa jauría de hienas, la Junta Directiva del CEAB armó un concurso especial para que sólo pudieran ganar ellos; con ese fin, prohibió la participación de los autores que ya hubieran ganado alguno de esos premios, y prohibió la participación de todos los funcionarios y los docentes de Boyacá; es decir, excluyó y les negó el derecho constitucional a los escritores auténticos, con formación, trayectoria, obra, prestigio y reconocimientos, para dejar el camino limpio y fácil, y que así pudieran ganar los mediocres, los inexpertos, los ineptos. Y designó jurados no sólo idóneos, sino respaldados por el Ministerio de Cultura, las Universidades y la tradición literaria consolidada.Y en efecto, los concursos de cuento, novela y ensayo 2011 fueron declarados “desiertos”, y en poesía ganó no un escritor, sino un pintor. Queda demostrado que esos “genios” estériles de la literatura boyacense son farsantes, impostores, fanfarrones, más falsos que una moneda de trapo; y queda en evidencia que no saben ni pueden utilizar la lengua literaria sino la lengua de las víboras. Sus obras son guacas podridas, están enterradas en el costumbrismo, el realismo ingenuo de las apariencias más vulgares y en esa tradición de la miseria cultural y estética representada por la corriente montaraz y analfabeta del indio Rómulo.Lástima la fe y las esperanzas, el trabajo, los esfuerzos, las gestiones y los recursos invertidos de la junta directiva del Consejo Editorial de Autores Boyacenses, la Secretaría de Cultura y Turismo de Boyacá, el Fondo Mixto de Cultura de Boyacá y la Gobernación de Boyacá. Todos fueron estafados por la nulidad y la vanidad ridícula de los seudoescritores viperinos de Boyacá.
El Púlpito del Diablo
La ruina de la poesía
Por
Guillermo Velásquez Forero
La poesía es un arte degenerado. La degradación, el
envilecimiento y la inanidad de la poesía han sido oficialmente aceptados y
consagrados. El premio Cervantes otorgado recientemente al antipoeta chileno
Nicanor Parra, el cual parece un tiro de gracia asestado a la difunta, suscita algunos
razonamientos acerca de la agonía, la extinción y el entierro de limosna de
esta otrora bella creación del espíritu.
Algunos consideran que la aprobación institucional de una
expresión poética significa anular o volver inocuos y hasta ridículos su
carácter y su fuerza política, crítica, subversiva y rebelde, pues se aliena e
incorpora a la cultura establecida y dominante, como lo advierte Federico
Schopf en su apología de la obra antipoética de Parra.
El premio es una burla y un escarnio al presunto poeta y
a la extinta poesía, pues se le otorga cuando ya está en el umbral de la muerte.
Esto reafirma la condición social y económica del poeta, que siempre ha sido un
paria, menesteroso, desechable y alucinado digno de lástima y de ser recluido en el manicomio.
Hace dos mil años ya era un mendigo inspirado por la musa de la miseria (véase
la Sátira VII de Juvenal).
La ruina de la poesía ha sido integral y gloriosa. Al
estilo del reptil imaginario llamado anfisbena, avanzó decidida hacia el
suicidio en dos direcciones opuestas y consiguió llegar al abismo por exceso y
por defecto. La miserable, inútil e irrisoria terminó compartiendo fosa común
con las utopías, el progreso, los ideales, las ideologías, el mesianismo
cristiano y demás formas de la demencia que resultaron desechables.
El primer intento de autodestrucción fue el barroco,
cuyos poetas hoy son fósiles ilegibles. Después vino el romanticismo con la teoría
letal de Novalis (citado por Ernest Fischer en La necesidad del arte), que propone escribir: “Narraciones sin
conexión alguna con las asociaciones, como los sueños; poemas simplemente
melodiosos, llenos de palabras que suenen bellamente, pero sin significado ni
conexión”. Esta estética del sinsentido, que estableció el carácter nulo y vano
de la poesía, fue acogida con furor por el mundo capitalista y se impuso como
ideal poético. De ahí surgió esa ralea de “poetas” tenebrosos y herméticos que
escriben jeroglíficos, enigmas, ocultismos, desvaríos, balbuceos llenos de
babas esquizofrénicas, monólogos de sonámbulo, chácharas de enajenado. Y se
creen geniales, únicos e iluminados, cuando no son más que pavorreales hinchados
de oscuridad y arrogancia.
Por el otro lado del abismo, la poesía degeneró
descendiendo al asfalto, al barro, al acto de habla, al texto referencial, a la
antipoesía, donde cualquier discurso, por rural, chabacano o rastrero que sea,
resulta “poético”, como el lenguaje callejero, la charlatanería cotidiana, la
conversa del campesino, el parloteo de la plaza de mercado, y
hasta las jergas del hampa, de la cárcel, de los drogadictos, del prostíbulo,
etc. Pero la sociedad ha reaccionado en legítima defensa y ha despreciado,
aborrecido y desaparecido el cadáver apestoso de la poesía. La poesía no ha
muerto: la mataron los “poetas”: los oscuros, los transparentes y el indio
Rómulo. (q.e.p.d.)
El Púlpito del Diablo
¿Libertad de expresión?
¿Libertad de expresión?
Por
Guillermo Velásquez Forero
En nuestro medio, pero no sólo en Tunja sino en cualquier
otro pueblo que se distinga por su cultura y modus vivendi medieval, es fácil
hallar cualquier parroquiano insignificante y mentecato, cualquier pobre diablo
con delirios de poder, con la mente colonizada y anulada por el esplendor de
las tinieblas de la Edad Media que, como todo tirano, fanático o gran criminal,
pretende arrogarse el poder absoluto de
pisotear, prohibir y desaparecer la libertad de pensamiento, la libertad de
expresión, y hasta la libertad de cátedra; y cuya insolencia irracional y
antisocial le permite abolir y desechar la Constitución, la Ley y la Democracia;
y que sueña, gracias a su ignorancia furiosa y atrevida, que puede imponer,
como dogma, verdad revelada o palabra sagrada, las creencias y la opinión
pública de los imbéciles –la opinión, según Cioran, es un disparate dicho por
un demente–; y cree que puede mangonear y manipular el poder local con
anónimos, pasquines y cartas para satanizar, censurar, denigrar, perseguir, y
condenar a la hoguera inquisitorial a quien se atreva a pensar libre y
críticamente, y a expresar sus razonamientos sobre la corrupta, injusta,
violenta y absurda realidad que nos ha tocado soportar a lo largo de siglos, y
que parece irremediable.
Esa ralea de perros guardianes de la caverna –que se
erigen como paladines de la ignorancia y el oscurantismo, como abanderados de
los vicios, resabios y taras culturales que llaman tradición–, no surge por generación espontánea, como se creyó que
aparecían ciertas sabandijas, sino que son un detritus o escoria inmunda de la
Historia. Esas criaturas reaccionarias y cavernícolas, enemigas de la luz, del
pensamiento racional, de la crítica, de los avances de la
cultura universal, de las innovaciones y del porvenir, han existido siempre
porque son herederos degenerados del famoso perro griego Cancerbero, y tienen
la misión divina de hacer prevalecer su dinastía y su oficio hasta el fin de los
tiempos. Pero el modo de “pensar” de esas larvas de monstruo, debe desaparecer.
Para ayudarles a su extinción se les puede recomendar que empiecen por aprender
a leer e interpretar y, sobre todo, a pensar, y que luego, a manera de
aperitivo, se atrevan a estudiar, comprender y asimilar los textos Elogio de la
dificultad, de Estanislao Zuleta, y Genealogía del fanatismo, de Cioran.
El Púlpito del Diablo
Metamorfosis del político
Por
Guillermo Velásquez Forero
La metamorfosis que goza el animal político triunfante es
conocida por todo el mundo, pero se desconoce el mecanismo mágico que convierte
a un “doctor” elegido en un fantasma o un demente, y, a veces,
en un monstruo, cuando tiene la fortuna de armar una guerra o una dictadura.
Mientras desarrollan la farsa de la campaña electoral son amigos íntimos de
todos, hasta de sus enemigos, e incluso de los difuntos, harapientos, analfabetos,
invisibles, desechables, etc. Entran a la mascarada bien disfrazados y bailan
hasta con la coja y la paralítica; ejercen en forma cínica la promiscuidad;
sacan a relucir sus vistosas cualidades de camaleones; llegan a contemporizar
con todos y en todo, comparten con humildad hasta el guarapo, la chicha y la
cháchara. Aparentan tener todo el cuerpo lleno de orejas para escuchar todas
las tristezas, miserias, reclamos y lamentaciones del pobre pueblo; y les
prometen solucionarles todos los problemas, incluidos los del amor, la suerte,
los negocios y la perdición del alma. Es decir, se proponen como la panacea
universal, los redentores y la esperanza de salvación eterna, los elegidos de
Dios para traerle al mundo el milagro de la paz, el bienestar y la felicidad. Y
la gente, crédula, pueril e ignorante, les cree y los elige como sus presuntos
representantes.
Pero cuando les ocurre la desgracia de salir elegidos, se
transforman en seres sobrenaturales, inaccesibles, como de otro mundo, adquieren
el atributo divino de la ubicuidad, pero al revés, es decir, el don de no estar
en ninguna parte a la vez; el famoso “no estoy para nadie”; como si ya
estuvieran muertos. El humo alucinógeno del poder se les sube a la cabeza y los
trastorna; la peste de la arrogancia y la prepotencia los ataca y los deja
vanos e inservibles. No le contestan el teléfono a nadie, excepto a sus
compinches y socios del negocio electoral. Se vuelven amnésicos, desconocen a
casi todo el mundo, les da una especie de alzheimer transitorio que les permite
no sólo ignorar y abandonar a la gente que les sirvió y los trepó al caballo de
guerra del poder, sino los problemas sociales, económicos y culturales que
tanto diagnosticaron, y, gracias a esa suerte de demencia senil, la mayoría de
las propuestas y promesas, que utilizaron como carnada para pescar
pendejos electores, se convierten en charlatanería de culebrero o cháchara de
borracho, ya olvidada. Es evidente que el poder envilece a quien lo ejerce.
La transformación que les produce esta enfermedad delirante
puede ser tan perfecta que, incluso, llegan a convertirse en flamantes
traidores del pueblo, de sus amigos, de sus aliados, de sus jefes, del partido,
y hasta de sí mismos. Y la soberbia les hace creer que son eternos e intocables,
ignoran que son efímeros y desechables, que muy pronto se les acaba el tiempo
de la gloria y les toca bajarse de la nube, y quedan otra vez en la calle, sin
ningún poder ni privilegio; y quizás señalados en público por la deshonra, el
desprestigio y el desprecio. Y si no fueron astutos y magníficos en el
oficio del latrocinio, terminan bien protegidos y conservados en la cárcel.
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