jueves, 13 de junio de 2013

Niñas embarazadas

El Púlpito del Diablo

Por Guillermo Velásquez Forero
 
Un embarazo accidental y precoz, puede ser un muro o un abismo que le aborta y arruina el proyecto de vida a
una adolescente, sobre todo, si es pobre. No sólo etimológicamente embarazo es impedimento, dificultad, obstáculo; en la realidad de la vida personal, familiar, social y educativa de una muchacha, un hijo puede llegar a ser un milagro negativo, un error o descalabro que sirve para derrumbarle sus ilusiones, hacerle fracasar sus planes y proyectos e interrumpir, retardar o destruir su proceso de formación para integrarse en forma digna, idónea y productiva a la sociedad. En esa edad de esplendor, belleza y alegría, ponerse a criar es perder oportunidades de estudiar, gozar la juventud, viajar, hacerse profesional o especializarse, construir un horizonte y una esperanza de vida mejor; es echar a la basura el sueño de llegar a ser una mujer competente, independiente y autónoma; una mujer del siglo XXI.
Las consecuencias son lamentables y le imponen a la joven un lastre que la deja atada e incapacitada para labrar su destino de mujer moderna y crecer personalmente, y le toca abandonar sus estudios, rebajarse a sirvienta y niñera, o a trabajar en cualquier oficio para improvisar una vida vacía e insignificante que nunca deseó. Y ese drama de telenovela es más lamentable, y hasta ridículo, cuando el presunto papá de la criatura es un vago, vicioso y sinvergüenza, un cobarde y traidor que abandona a la mujer y sale huyendo del hijo. En esa condición, la joven madre soltera, burlada y usada como putica regalada, es vista con lástima como una tonta o una loca culipronta, y señalada por el desprestigio. Así, no es absurdo que una mujer haya echado su chinito recién nacido al inodoro, y que otras lo vendan o abandonen por ahí.

Esa peste de “amor” produce cada vez más niñas y adolescentes embarazadas. Precocidad sexual que fue anunciada por Nietzsche en La voluntad de poder, como síntoma de una sociedad pervertida y degenerada. Los padres de familia y las instituciones educativas padecen las consecuencias de la promiscuidad sexual de los jóvenes, de su irresponsabilidad, de su libertinaje, de su falta de inteligencia y cultura sexual, de las campañas falsas y mal intencionadas del condón, y del influjo perverso de los medios de información, divertimento y corrupción que manipulan a los jóvenes y los convierten en marionetas víctimas de los vicios y la descomposición social.

En esta calamidad, lo que llaman amor es una farsa del instinto sexual, y se puede entender como una forma de prostitución gratuita en la que la mujer, en la flor de la belleza, la alegría de vivir y la ilusión de un porvenir feliz se le entrega engañada o a cambio de nada al primer perro en celo, charlatán y seductor que le aparezca. Parir hijos en forma prematura e irresponsable no es ningún proyecto de vida y, mucho menos, la realización personal y la felicidad para una mujer de hoy. La sexualidad no es un juego sino un fuego que le puede volver cenizas las esperanzas y el porvenir a una adolescente. Un refrán dice que “cada quien puede hacer de su culo un chorote”, pero esa artesanía puede salirle tan cara a una mujer, que llega a arruinarle la ilusión de su vida. Sígueme en www.guillermovelasquez.com  www.facebook.com/guillevel54

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