Por Guillermo Velásquez
Forero
Era falso, traicionero,
inmoral, infame, cobarde y asesino: más falso que una moneda de trapo podrido,
traidor hasta de sí mismo, inmoral porque todo escritor que se respete es un corruptor
de almas, libertino, diabólico, depravado y suicida, o un apestado del alma
[como él mismo lo dijo]; infame porque nadie como él ha puesto en ridículo, pisoteado
y denigrado la arrogancia, prepotencia y megalomanía de
la bestia humana; cobarde porque no fue capaz de aplicarse el remedio mortal
que predicaba; y asesino porque sus libros tienen una intención criminal, son
una bomba del terrorismo poético y filosófico que puede estallar y fulminar el
cerebro ingenuo y sin estrenar de cualquier infeliz que se atreva a meter sus
ojitos en ese palabrerío infernal. Además, era temerario porque se atrevió a
escribir las verdaderas más horribles, peligrosas y espantables acerca de la
vida y la condición humana, la sociedad, la Humanidad, la civilización, el
poder, la Historia, la santidad, el amor, la literatura, la filosofía y demás
formas grandiosas de la locura.
Aunque su alta peligrosidad
sí era auténtica, y se evidenciaba no sólo en su formidable lengua de víbora
escupidora de luz y de veneno, de poder casi divino y letal, sino en su
procedencia: era coterráneo de Drácula. El poeta vagabundo, especialista en
vodka, amoroso, hedonista y feliz, Henri Luque Muñoz, que estuvo visitando y
hurgando en la guarida de ese personaje hematófago creado por Bram Stoker,
confirmó que este autor aguafiestas, despiadado, devastador y terrible era otra
clase de vampiro, que le chupaba la sangre al lector.
Envalentonado por el poder
irrisorio e indigente de la poesía y la filosofía, ese maldito ganó fama de ser
el sumo pontífice del suicidio, pero fue incapaz de matarse. Con asco infinito,
con náuseas de odio y amargura, abominaba la vida humana y anhelaba el
exterminio de esa bestia depredadora, brutal, ridícula y loca que es el hombre;
y esperanzaba asistir al espectáculo de la destrucción del mundo inhumano,
absurdo y demencial que el animal humano ha creado en este planeta; y ansiaba
la desaparición del universo; pero en vez de eliminarse a sí mismo, como estaba
obligado a hacerlo, este célebre farsante amaba y disfrutaba con furiosa pasión
la música, el alcohol, las
putas, el cigarrillo, el café, el estudio, el pensamiento, la lectura, la
escritura, la fama y el resto de vicios y porquerías en que lo humanos
desperdiciamos la vida. Pero ese monstruo exterminador, cuya lectura está
prohibida para los menores de edad mental, es uno de los escritores más
creativos, inteligentes, profundos, luminosos, reveladores y universales que ha
parido este perro mundo. Sígueme en www.guillermovelasquez.com
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