miércoles, 2 de octubre de 2013

Los políticos son un peligro

El púlpito del Diablo

Por Guillermo Velásquez Forero

Uribe es un político, y todo político es o está en proceso de convertirse en un peligro social, en un enemigo público de todo un pueblo o al menos de la mayoría y, en ciertos casos, hasta en un genocida, capaz de conducir a una nación al abismo y al desastre. Un político es una amenaza para la justicia, la paz y la ética porque está formado en la escuela de la inmoralidad, la razón de Estado y la iniquidad, de Maquiavelo; porque es víctima de una ideología, y este vicio le produce una aberración mental llamada fanatismo, y un fanático es un paranoico, y un paranoico está a un paso de ser un criminal; porque su pasión es el poder, y éste corrompe, envilece y enloquece infundiendo delirio de grandeza y desencadenando el espíritu de la perversidad y la capacidad de hacer el mal; y además, porque el negocio sucio y marrullero de la política, que él ejerce, es la continuación de la guerra por otros medios.
El político, por lo general, es un paranoico, y la paranoia es un trastorno mental fijado en una idea u orden de ideas, caracterizado por delirios egocéntricos, propio de individuos enfermos de narcisismo y egolatría. La  incapacidad de pensar del paranoico le impide aceptar razones, argumentos y evidencias de los demás, a quienes excluye y trata como enemigos; con una terquedad de asno salvaje se niega a aceptar la realidad; sólo acepta sus prejuicios, creencias y delirios. Todo lo malinterpreta con mañosa astucia para confirmar e imponer su “idea” como la única, verdadera y absoluta que existe sobre la tierra. Los paranoicos son incapaces de tolerar y superar ninguna frustración, pues enseguida reaccionan apelando a diversos mecanismos irracionales, arbitrarios y violentos. Un político es un asesino en potencia, porque según Fernando Savater, el derecho a la vida no es un principio político sino religioso.
Un político es un mentiroso profesional, un falso promesero, que tiene que recurrir al embuste para engañar a las masas y conseguir que lo elijan, porque los cambios y reformas que promete nunca se realizan, por falta de voluntad o porque la Constitución, el modelo económico y los intereses de los capitalistas no lo permiten.  Y es un ladrón del tesoro público porque lo que busca no es el bien común para favorecer al pueblo, sino enriquecerse, ayudar a sus queridas, cómplices y amigotes; recuperar el capital invertido en la campaña y pagar deudas personales a sus acreedores.
Un político es un enemigo de la equidad, el respeto, la tolerancia y la convivencia pacífica, porque ejerce con fruición el afán de primar para dominar y pisotear a los demás. Bertrand Russell, en su discurso de recepción del premio Nobel, afirma que el político siente placer en hacer el mal a sus semejantes, en negar lo que se le solicita, en frustrar las aspiraciones de un pueblo.
Quizás algún día, cuando el hombre deje de ser el “animal político” que siempre ha sido, la política dejará de ser ese oficio indigno, infame y antisocial que conocemos, y que tantas  calamidades, tragedias y sufrimientos le ha causado a la Humanidad. La política debe dejar de ser un oficio de  charlatanes, embaucadores, corruptos, buscadores de dinero y homicidas, y transformarse en una ciencia y en un arte que sólo busque la paz, la justicia social, la convivencia y la felicidad de los pueblos.

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