El púlpito del Diablo
Por Guillermo
Velásquez Forero
El paro agrario fue
un acontecimiento político de trascendencia histórica que tuvo sorprendentes y
reveladores efectos en distintos órdenes de la vida social y política colombiana;
y sobre todo, ejerció un gran magisterio sobre la sociedad. Enseñó que es
posible despertar de la alienación narcótica en que ha vegetado durante siglos
la mayoría de los colombianos y que les permite ser utilizados como zombis para
elegir a quienes los han excluido, despojado y sumido en el abandono; enseñó
también el coraje insospechado de los humildes cuando al fin se cansan de
soportar lo insoportable y despiertan de su falso sueño para intervenir en la
realidad que los afecta; y mostraron su admirable capacidad de organización y
resistencia, y su valentía para enfrentar a un enemigo prepotente y brutal. Pero
quizás lo más importante que logró el campesinado fue hacerse ver y escuchar de
un gobierno miope y sordo.
Pero lo que mejor
enseñó a todo el mundo fue el carácter mercenario de los grandes medios de la
prensa escrita y audiovisual, que quedaron desenmascarados por sus acciones inicuas en contra del justo alzamiento
del pueblo colombiano. Quedó en evidencia que son perros guardianes del poder
violento, payasos pregoneros de las mentiras sagradas del Estado, acólitos en
el altar donde se fragua la farsa de la democracia que en verdad es una
dictadura encubierta, cómplices de los enemigos de la paz y la justicia social
que todos necesitamos para vivir. Quedó claro que esa prensa pornográfica y
vendida a los intereses perversos del capital, la dominación de la derecha y el
imperio del mal, es enemiga pública del pueblo colombiano al que desinforma,
explota y manipula cada día.
De su rentable oficio
de hienas y recicladores del desastre pasaron al de fieras depredadoras al
ataque. Fue escandalosa la forma tan descarada de ocultar o mezquinar la verdad
acerca de la gran cantidad de civiles heridos, mutilados y muertos, de
tergiversar las razones y los hechos, de editar y desfigurar la realidad, de
desviar la mirada o hacerse los de la vista gorda, de alterar a su amaño los
mensajes y de perseguir, señalar y calumniar de manera infame a los
manifestantes y sus líderes.
Todos las evidencias
y los testimonios de la fiesta de la violencia que desató el escuadrón de
matones oficiales, con sus asaltos a mano armada, invasiones de domicilio
bombardeos contra las personas, agresiones a la prensa libre y violaciones de
todos los derechos que produjeron tantos heridos y una decena de muertos,
fueron grabados y fotografiados sólo por particulares y por reporteros de la
prensa independiente. La prensa al servicio del enemigo no vio ningún
atropello, ningún crimen contra el pueblo porque sufre de estrabismo, ceguera y
autocensura. El país y el mundo no necesitan esa prensa tuerta, servil y
peligrosa que actúa como una damisela prepago al servicio de los dueños del
poder; prostibularia, mercenaria y falsificadora de la verdad y la memoria histórica. Sígame en www.guillermovelasquez.com / www.facebook.com/guillevel54
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