Azotado con
furia por el látigo del viento, el pájaro de la lluvia se estrelló contra el
muro invisible de la ventana y se le destrozaron sus alas de agua, se desbarató
todo.
Y vimos su
plumaje transparente que escurría por el vidrio como lágrimas de lástima por la
caída y los vuelos perdidos.
Pero luego
lo oímos cantar en el arroyuelo, y cuando alumbró el sol, recogió las gotas
vaporosas de sus plumas, rehízo sus alas, alzó vuelo y volvió a anidar en el
cielo.
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