Los que habían convertido su brazo en antorcha y
portándolo en alto avanzaban rompiendo sombras eran los más vulnerables por ser claramente visibles y, además, porque
al iluminarnos el camino ellos
quedaban ciegos y expuestos a la acción de los vampiros. Por eso, fueron
los primeros en caer abatidos. Los demás desaparecimos en las tinieblas.
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