lunes, 6 de enero de 2014

Borracho no vale

El púlpito del Diablo

Por Guillermo Velásquez Forero

El matoneo que los politiqueros del MIRA desataron contra los conductores ebrios es necio, estúpido, inútil, y mal intencionado; parece estar motivado por un falso interés social que encubre sentimientos oscuros de venganza y persecución; y con esas exorbitantes multas, condenas de cárcel y supresión del derecho de los ciudadanos a conducir su vehículo, que han impuesto, no están elevando la calidad de vida ni asegurando la dignidad humana, como se atreven a decir en la misión de su partido; y mucho menos están promoviendo y canalizando la participación de los ciudadanos en las decisiones democráticas de la Nación; esto es lo más embustero, pues todo el mundo sabe qué clase de pícaros son los que toman las decisiones y hacen las leyes contra el pueblo colombiano.
Los ponentes del proyecto parecían caníbales con hambre que quisieran tragarse vivas a sus odiadas víctimas, pretendían criminalizar, podrir en la cárcel, despojar y arruinar a quien cometiera el crimen de lesa humanidad de conducir habiendo ingerido alcohol. Los borrachos del mira parecen ser miopes o estrábicos porque no ven dónde están los verdaderos monstruos y criminales de este país; y también son incapaces de discernir entre causa y efecto, y de ver las causas de los graves e insolubles problemas y conflictos que desde el Génesis le han desgraciado la vida a la mayoría de ciudadanos de esta sociedad viciosa, injusta, excluyente, irracional y violenta.
Un borracho no es un victimario, es una víctima de un vicio social legalizado y extendido a casi toda la sociedad; hasta los niños toman: dicen que en el campo les dan guarapo a los bebés y los emborrachan para que se queden dormidos y no jodan tanto. Los verdaderos criminales son los fabricantes, traficantes y comerciantes de alcohol; el etílico es una de las drogas psicoactivas y adictivas más peligrosas y dañinas que se ofrecen en el mercado del vicio, porque desdobla, enloquece, bestializa, incapacita y destruye la dignidad y la vida de la persona.
Si de verdad se creen tan filántropos y benefactores de la Humanidad, y están tan interesados en evitar accidentes, en impedir muertes y desastres personales por causa del alcohol, lo que deben hacer no es perseguir a los borrachos sino elaborar y lograr la aprobación de una ley que prohíba la producción, importación, comercialización y consumo de bebidas  alcohólicas. Porque hay que combatir la causa y no el efecto. Pero es probable que los maten antes de que les aprueben esa maldita ley, porque hay grandes y poderosos intereses detrás del negocio del alcohol, tan rentable como el narcotráfico; además, el nuestro es un Estado cantinero, que obtiene cuantiosos recursos económicos provenientes del vicio. Y lo más grave es que, desde siempre, nuestra vida social está mediada por el alcohol: todo, desde el nacimiento hasta la muerte se celebra con trago; y el amor entra más calientico, ligero y festivo si le metemos un traguito.
Como conclusión y solución a este grave problema, en esta Navidad y Año Nuevo que se nos vino encima tenemos que emborracharnos, antes de que los politiqueros del mira nos quiten el alcohol. ¡Salud!   

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