El púlpito del Diablo
Por Guillermo Velásquez Forero
El matoneo que los
politiqueros del MIRA desataron contra los conductores ebrios es necio,
estúpido, inútil, y mal intencionado; parece estar motivado por un falso
interés social que encubre sentimientos oscuros de venganza y persecución; y
con esas exorbitantes multas, condenas de cárcel y supresión del derecho de los
ciudadanos a conducir su vehículo, que han impuesto, no están elevando la
calidad de vida ni asegurando la dignidad humana, como se atreven a decir en la
misión de su partido; y mucho menos están promoviendo y canalizando la
participación de los ciudadanos en las decisiones democráticas de la Nación;
esto es lo más embustero, pues todo el mundo sabe qué clase de pícaros son los
que toman las decisiones y hacen las leyes contra el pueblo colombiano.
Los ponentes del
proyecto parecían caníbales con hambre que quisieran tragarse vivas a sus
odiadas víctimas, pretendían criminalizar, podrir en la cárcel, despojar y
arruinar a quien cometiera el crimen de lesa humanidad de conducir habiendo
ingerido alcohol. Los borrachos del mira parecen ser miopes o estrábicos porque
no ven dónde están los verdaderos monstruos y criminales de este país; y
también son incapaces de discernir entre causa y efecto, y de ver las causas de
los graves e insolubles problemas y conflictos que desde el Génesis le han
desgraciado la vida a la mayoría de ciudadanos de esta sociedad viciosa,
injusta, excluyente, irracional y violenta.
Un borracho no es un victimario,
es una víctima de un vicio social legalizado y extendido a casi toda la
sociedad; hasta los niños toman: dicen que en el campo les dan guarapo a los
bebés y los emborrachan para que se queden dormidos y no jodan tanto. Los
verdaderos criminales son los fabricantes, traficantes y comerciantes de
alcohol; el etílico es una de las drogas psicoactivas y adictivas más
peligrosas y dañinas que se ofrecen en el mercado del vicio, porque desdobla,
enloquece, bestializa, incapacita y destruye la dignidad y la vida de la
persona.
Si de verdad se creen
tan filántropos y benefactores de la Humanidad, y están tan interesados en
evitar accidentes, en impedir muertes y desastres personales por causa del
alcohol, lo que deben hacer no es perseguir a los borrachos sino elaborar y
lograr la aprobación de una ley que prohíba la producción, importación,
comercialización y consumo de bebidas
alcohólicas. Porque hay que combatir la causa y no el efecto. Pero es
probable que los maten antes de que les aprueben esa maldita ley, porque hay
grandes y poderosos intereses detrás del negocio del alcohol, tan rentable como
el narcotráfico; además, el nuestro es un Estado cantinero, que obtiene cuantiosos
recursos económicos provenientes del vicio. Y lo más grave es que, desde
siempre, nuestra vida social está mediada por el alcohol: todo, desde el
nacimiento hasta la muerte se celebra con trago; y el amor entra más calientico,
ligero y festivo si le metemos un traguito.
Como conclusión y
solución a este grave problema, en esta Navidad y Año Nuevo que se nos vino
encima tenemos que emborracharnos, antes de que los politiqueros del mira nos
quiten el alcohol. ¡Salud!
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