miércoles, 25 de septiembre de 2013

La paz violenta

El púlpito del Diablo

Por Guillermo Velásquez Forero

Es la que tanto pregonan y exigen los dueños del poder y la violencia; la paz que les permita seguir cometiendo a mansalva la guerra contra los pobres, débiles e indefensos. Esa es la paz impuesta por el terror, la agresión y el crimen: la paz de los desaparecidos y los muertos. Pero la paz que Colombia y el mundo necesitan es la que se construye con el respeto al derecho ajeno, como la definió Benito Juárez; la que surge del pacto social que nos garantiza la defensa y preservación de la vida, la dignidad y los derechos; y que procura la justicia social, el bienestar y la felicidad de todos.
La violencia es una perra en celo, y la más prolífica de todas las plagas. La sabiduría popular es pródiga en sentencias sobre este instinto depredador de la especie humana: la violencia engendra violencia, el que a hierro mata a hierro muere. En efecto, todos los actos violentos y vandálicos derivados de las sublevaciones campesinas o paro agrario, apoyado por el pueblo, fueron suscitados, fomentados y enardecidos por la violencia estatal, por la prepotencia y brutalidad de la fuerza pública contra los manifestantes.
La policía es una institución legítima, digna y respetable, cuya presencia y acción es indispensable para mantener la paz y la armonía en la convivencia social, y tiene la misión sagrada de proteger la vida, honra y demás bienes de los ciudadanos, y de velar por la seguridad y tranquilidad de todos. Esta autoridad civil es la encargada de salvaguardar la paz y cuidar la integridad de todas y cada una de las persona; es una  especie de ángel de la guarda de la sociedad. Por esa razón, nuestros uniformados no deben ser utilizados como sicarios para mandarlos a ofender, armar enfrentamientos, provocar disturbios, agredir y causar heridos, mutilados y muertos, como lo hizo ese rebaño de fieras armadas y adiestradas para hacer el mal, llamado ESMAD, en el levantamiento de los campesinos y el pueblo colombianos en este histórico 2013.
Y como la justicia es para todos, es urgente, sobre todo en los medios lacayos del poder violento, publicar el cartel de los uniformados vándalos y terroristas que asesinaron a por lo menos diez personas e hirieron a varios centenares de campesinos, estudiantes y líderes populares; y ofrecer recompensa a los sapos que den información que permita capturar y judicializar por sus crímenes a estos delincuentes disfrazados de policías.

El presidente Santos pidió disculpas al país por los atropellos, tropelías y homicidios cometidos por su fuerza bruta. Pero el Estado debe responder ante la ley por estos abusos de poder e indemnizar a las víctimas o a sus herederos, y garantizar que esos desmanes no vuelvan a ocurrir; y a la Policía Nacional le conviene disolver ese escuadrón de matones y recobrar su dignidad como institución armada cívica, importante e indefectible en nuestra sociedad, que protege la vida, los bienes, la paz y los derechos de todos los ciudadanos, entre ellos, el derecho a la protesta política. Sígame en www.guillermovelasquez.com / www.facebook.com/guillevel54 

No hay comentarios:

Publicar un comentario