El púlpito del Diablo
Por Guillermo Velásquez Forero
Tacloban, ciudad
costera en la isla de Leyte de Filipinas, de 220.000 habitantes y situada a 852
kilómetros de Manila, fue visitada por el tifón Haiyan, también conocido como
Yolanda, que la devastó y exterminó. Otras provincias y ciudades corrieron la
misma suerte. El jefe del gobierno nacional, mal llamado Benigno, reaccionó de
inmediato para atender la gigantesca catástrofe, y en ejercicio de sus funciones
declaró el estado de calamidad nacional y enseguida envió de urgencia al lugar
del desastre aviones que lograron aterrizar en medio de los escombros.
Pero no envió
alimentos, agua, medicinas, equipos y personal médicos ni socorristas; en los
aviones no llegó la ayuda humanitaria que se necesitaba y que todo el mundo
esperaba, de esos monstruos voladores sólo descendieron centenares de soldados
armados hasta las tripas, y entre éstos, se destacaba una unidad de fuerzas
especiales. Y para apoyar a las tropas de tierra, en esta guerra contra las
víctimas, envió la Armada. Lo primero que hizo el Benigno fue militarizar la
tragedia, quizás con la ilusión de ayudarle al tifón a rematar a los heridos,
darle bala a los sobrevivientes y perseguir a los desaparecidos: esa es la
lógica del poder en manos de criminales. La violencia es la única solución que
pueden concebir estas bestias. Sin duda, los mercenarios tenían orden de
disparar contra los muertos que se
atrevieran a buscar comida y agua.
Los verdugos también
tenían orden de impedir la fuga de las víctimas, porque al ver a la multitud
devastada, cadavérica y fantasmal en el aeropuerto, que clamaba por un cupo en
un vuelo para huir del infierno, les gritaron: ¡Atrás! ¡Vuelvan al tifón!
Y como en una fábula
donde los lobos concurren a socorrer a las ovejas que han caído víctimas de un
ataque del cielo, Estados Unidos decidió participar en ese reparto del
apocalipsis, y envió el portaviones nuclear USS George Washington con cinco mil
marines listos para el desembarco y el asalto, y más de ochenta aeronaves de
combate; más cuatro buques de la Armada, y un crucero lanzamisiles llamado USS
Antietam. Otro aliado del mal, Reino Unido, también envió un buque de la Armada
con aviones militares. Y otro enemigo, el presidente del Banco Mundial, Jim
Yong Kim, dijo que el prestamista está pensando aprovechar esta oportunidad para
contribuir a la ruina y desolación de este país.
Se espera que el
inmenso poder militar y económico de estas potencias e imperios tenga pleno
éxito en esta misión redentora, y que con el antifaz de benefactores, logren
invadir, imponer su dominio global y apoderarse de las más de siete mil islas y
de los veinte tifones que azotan cada año a Filipinas.
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