martes, 17 de diciembre de 2013

La escuela de sismos

Y sobrevino un gran terremoto.
Mateo 28, 2


A un temblorcito humilde, montaraz y analfabeta lo matricularon en una escuela de sismos, fundada por el Gobierno. Y con disciplina, sufrimientos y sacrificios aprendió lo indispensable para llegar a ser alguien en la vida; gracias a la pedagogía de la violencia, el temblorcito adquirió los hábitos del eco y del espejo, la obediencia ciega y acrítica, la fidelidad perruna, la mansedumbre asnal, la pobreza de espíritu, el silencio cómplice y el miedo de ser y de expresarse.

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