martes, 17 de diciembre de 2013

Paraíso entre las llamas

Domesticados por la fe y llevados de cabestro por la esperan­za, erraron durante cuarenta años agobiados por el poder de la ilusión y condenados a soportar la burla del cielo, buscando un paraíso en medio de las llamas. Y la sombra de sus pasos ardió en la arena y fue polvo que el espíritu del viento borró de las páginas estériles de los días y las noches.

El prometedor utilizó los espejismos, las tempestades de arena que sepultan el camino y enceguecen la luz del día, los vientos rojos de la ira divina que castigan sin piedad a los inocentes y las fiebres delirantes de la sed, para evitar que las víctimas de su promesa llegaran a descubrir que la tierra prometida era el desierto.


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