El púlpito del Diablo
Por Guillermo Velásquez Forero
Elegir y reelegir a
los verdugos ha sido una manía absurda, masoquista y suicida de la plebe o
chusma que desde el principio del drama universal se ha caracterizado por ser irracional,
ignorante, imbécil e idiota útil de sus propios enemigos y asesinos. Y eso ha
quedado demostrado una vez más en las elecciones legislativas de 2014 en
Colombia.
La canalla también se
ha hecho famosa por su necedad, su estupidez y su incapacidad de ver, analizar,
pensar y comprender la realidad; y por su ineptitud para apreciar, valorar y
juzgar las ideas, los hechos, la verdad, la belleza, las acciones, obras y
méritos de las personas. El juicio popular y la consiguiente condena a muerte
de Sócrates es la evidencia más escandalosa del desastre mental del rebaño y
del peligro de la democracia en manos de cretinos. Pero la ignominia, condena,
tortura y asesinato de Cristo es quizás la mayor expresión de ceguera, miseria
intelectual, ruindad y bestialidad de la gentualla.
Pero el rebaño no
tiene la culpa porque no sabe lo que hace, Además, la fuente de su infamia
reside en su naturaleza de animal doméstico, dócil, perruno, acrítico, crédulo,
ingenuo, baboso y con una capacidad sin límites de ser engañado y manipulado
por cualquier charlatán, embaucador o titiritero astuto y embustero. El títere,
la marioneta, el muñeco de ventrílocuo, el monigote y el fantoche son sus
espejos.
En estas elecciones
brilló y triunfó el analfabetismo político y la falta de conciencia de los que
se venden, de la presunta mayoría, que, según las estadísticas, es una minoría;
y son los que eligen a los corruptos, depredadores y criminales. “Ganaron” los
que compran votos, los que obligan a la gente a votar por un compromiso, los
que utilizan el terror de las bandas de asesinos para obligar a los pobres a
votar por la derecha.
Es un envilecimiento
de la política, un acto de traición contra el país y una vergüenza universal,
que una minoría de alienados e inescrupulosos haya elegido al senado a un
personaje siniestro e indeseable que tantos daños y perjuicios ha cometido
contra el pueblo colombiano, el peor enemigo de la paz, el derecho a la vida y
al trabajo, la justicia social, la democracia, la Constitución y las leyes;
señalado y acusado de numerosos delitos y de crímenes de lesa humanidad con
evidencias y testimonios de asesinos al servicio de organizaciones criminales
de ultraderecha, y también de víctimas y testigos; y quien, según Daniel Samper
Pizano en su artículo El reino de la trampa, anduvo “corrompiendo sin
precedentes la política y destruyendo los valores cívicos”.
No ha sido el pueblo
soberano, sino una horda de acólitos, cómplices y sicarios del hampa política
la que ha elegido de nuevo a Barrabás en vez de Jesucristo. Que los perdone
Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario