lunes, 24 de marzo de 2014

Elegir al verdugo

El púlpito del Diablo

Por Guillermo Velásquez Forero

Elegir y reelegir a los verdugos ha sido una manía absurda, masoquista y suicida de la plebe o chusma que desde el principio del drama universal se ha caracterizado por ser irracional, ignorante, imbécil e idiota útil de sus propios enemigos y asesinos. Y eso ha quedado demostrado una vez más en las elecciones legislativas de 2014 en Colombia.
La canalla también se ha hecho famosa por su necedad, su estupidez y su incapacidad de ver, analizar, pensar y comprender la realidad; y por su ineptitud para apreciar, valorar y juzgar las ideas, los hechos, la verdad, la belleza, las acciones, obras y méritos de las personas. El juicio popular y la consiguiente condena a muerte de Sócrates es la evidencia más escandalosa del desastre mental del rebaño y del peligro de la democracia en manos de cretinos. Pero la ignominia, condena, tortura y asesinato de Cristo es quizás la mayor expresión de ceguera, miseria intelectual, ruindad y bestialidad de la gentualla.
Pero el rebaño no tiene la culpa porque no sabe lo que hace, Además, la fuente de su infamia reside en su naturaleza de animal doméstico, dócil, perruno, acrítico, crédulo, ingenuo, baboso y con una capacidad sin límites de ser engañado y manipulado por cualquier charlatán, embaucador o titiritero astuto y embustero. El títere, la marioneta, el muñeco de ventrílocuo, el monigote y el fantoche son sus espejos.
En estas elecciones brilló y triunfó el analfabetismo político y la falta de conciencia de los que se venden, de la presunta mayoría, que, según las estadísticas, es una minoría; y son los que eligen a los corruptos, depredadores y criminales. “Ganaron” los que compran votos, los que obligan a la gente a votar por un compromiso, los que utilizan el terror de las bandas de asesinos para obligar a los pobres a votar por la derecha.
Es un envilecimiento de la política, un acto de traición contra el país y una vergüenza universal, que una minoría de alienados e inescrupulosos haya elegido al senado a un personaje siniestro e indeseable que tantos daños y perjuicios ha cometido contra el pueblo colombiano, el peor enemigo de la paz, el derecho a la vida y al trabajo, la justicia social, la democracia, la Constitución y las leyes; señalado y acusado de numerosos delitos y de crímenes de lesa humanidad con evidencias y testimonios de asesinos al servicio de organizaciones criminales de ultraderecha, y también de víctimas y testigos; y quien, según Daniel Samper Pizano en su artículo El reino de la trampa, anduvo “corrompiendo sin precedentes la política y destruyendo los valores cívicos”.
No ha sido el pueblo soberano, sino una horda de acólitos, cómplices y sicarios del hampa política la que ha elegido de nuevo a Barrabás en vez de Jesucristo. Que los perdone Dios.


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